El pánico también se menciona en muchos manuales de diferentes países, por ejemplo, en Estados Unidos (Croker, 1917), en el Reino Unido (Phillips, 1951) y en la Unión Soviética (Roytman, 1975). A menudo se describen las supuestas consecuencias del pánico, por ejemplo, la carrera incontrolable hacia las salidas que lleva a la gente a morir atropellada (Phillips, 1951; Roytman, 1975). Además, a veces se afirma que la información sobre la existencia del incendio, por ejemplo, o el que la gente oiga la palabra "¡fuego!" (Croker, 1917; Roytman, 1975), o incluso que se tenga noticia de la llamada a los bomberos (Home Office, 1934), puede llegar a provocar el pánico. Por lo tanto, se sugiere que no es necesario que haya un peligro real para que se produzca el pánico y que la gente sólo tiene que creer que la situación es peligrosa. También se sugiere que el pánico puede propagarse como una enfermedad de persona a persona en una multitud (Phillips, 1951; Roytman, 1975). Sin embargo, este tipo de afirmaciones suelen presentarse sin pruebas que las respalden. Por el contrario, los datos sugieren que muchos de los "hechos" mencionados son simplemente mitos. Por ejemplo, las investigaciones han demostrado que las personas recuerdan con la mayor precisión una alarma de voz y no muestran un comportamiento significativamente diferente si se menciona la palabra “fuego” (Nilsson y Frantzich, 2008).
La principal causa que condiciona la creencia de que se produce el pánico es que se observa el comportamiento de los demás, sin comprender completamente su situación. En muchos casos, el pánico se atribuye a un individuo concreto basándose en el comportamiento observado, aunque éste suela tener una explicación perfectamente sensata. Un ejemplo ilustrativo es el presentado por Fahy, Proulx y Aiman (2009), que basan su descripción en datos de comportamiento de incendios residenciales mortales (Brennan, 1998). Fahy et. al. (2009) describen cómo un observador describió a un grupo de ancianos atrapados por el fuego y el humo en el tercer piso de un edificio como "presa del pánico". En un momento dado, un anciano llegó a arrojar una silla por la ventana, lo que podría parecer muy ilógico y "de pánico". Sin embargo, el anciano había tirado la silla para comprobar si se rompía, y así fue. Entonces llegó a la conclusión de que se lesionaría gravemente si intentaba saltar. Tirar la silla fue, por tanto, un experimento científico inteligente, que sugiere una toma racional de decisiones a pesar de la situación de estrés. Desde la perspectiva de un observador externo, podría parecer que el hombre actuó presa del pánico.
Tanto en los medios de comunicación como en los manuales, el pánico se ha utilizado, a menudo, para explicar por qué un incendio provocó muchas víctimas mortales. Sin embargo, no siempre es así de sencillo, ya que hay muchos factores que dictan el resultado de un incendio, por ejemplo, la gravedad del fuego, el hacinamiento, la disponibilidad de vías de escape, etc. Por lo tanto, el pánico no puede utilizarse de forma retrospectiva, sino que requiere una investigación exhaustiva de lo que realmente ocurrió. A su vez, la investigación requiere una definición adecuada de pánico.
Muchas de las definiciones propuestas intentan relacionar el pánico con el comportamiento irracional. Como señala Sime (1980; 1984), el uso de "irracional" es desafortunado, ya que sugiere que las personas perciben toda la información relevante durante la evacuación y actúan de forma contradictoria con esta información. Sin embargo, se ha argumentado que este tipo de comportamiento no está respaldado por los datos disponibles (Fahy, Proulx y Aiman, 2009).
Una definición de pánico que se utiliza a menudo en la investigación es la de Quarantelli (1954), que obtuvo una definición basada en un estudio de una gran base de datos de incidentes. Al revisar la gran base de datos, Quarantelli (1954) sólo pudo identificar un pequeño número de casos en los que las personas se comportaron de una forma que podría denominarse pánico. A partir de una investigación en profundidad del comportamiento de las personas en estos casos concretos, el pánico se definió como:
...una reacción de miedo aguda marcada por la pérdida de autocontrol que va seguida de un comportamiento de huida no social y no racional...
Según Quarantelli (1954), el pánico es un fenómeno de corta duración, es decir, de segundos y no de minutos, e incluye la pérdida de autocontrol. También afirma que el pánico es no social en contraste con lo antisocial. Esto significa que las personas no tienen en cuenta los vínculos sociales, por ejemplo, los lazos familiares, pero también que no muestran un comportamiento antisocial, por ejemplo, herir deliberadamente a otros para salir adelante. Un ejemplo de la gran base de datos de Quarantelli (1954) es el comportamiento de una mujer que, al oír un gran estruendo, huyó de su casa en bata dejando a su bebé. La mujer explicó que creía que una bomba había impactado en su casa, y sólo se volvió para coger a su bebé cuando se dio cuenta de que no era así. La mujer no hizo daño deliberadamente a su bebé, pero perdió temporalmente la noción de que tanto ella como el bebé estaban en la casa, es decir, no tuvo en cuenta temporalmente los vínculos sociales.